sábado, 14 de diciembre de 2013

INSTANT / 28 /





La vida muchas veces es cuestión de casualidades. Casualidades que acaban convertidas en causalidades. Hay momentos vitales que son almacenados y clasificados en cajones mentales, aunque nuestra percepción crea que pasan a formar parte del pasado, quedando olvidados. Sin embargo, hay un instante en el presente, en el que ipso facto se produce una conexión neuronal en la que unimos puntos y volvemos a traer al presente aquel momento que creíamos olvidado.

Diez años pasaron entre la decisión de Steve Jobs de entrar en un curso sobre tipografías - fruto de deambular por los pasillos de Reed College – y la creación del primer Macintosh. Por aquel entonces, el joven Jobs no imaginaba la importancia que tendría los conocimientos de esa materia para el desarrollo de su éxito, el Macintosh.

Los referentes, las influencias, los impactos e impulsos quedan almacenados y archivados entre  los recovecos de nuestra mente, dando paso a lo que podríamos llamar como “cajón de la creatividad”. Y por ello, una década después, en la mente de Steve Jobs estaban guardadas aquellas nociones sobre la tipografía. Quizás el hecho de la creatividad es precisamente ese, ser capaz de conectar conocimiento que en su origen parece inconexo con el fin de crear algo nuevo.

El discurso de Steve Jobs es sin duda una lección. Una enseñanza de que hemos de abrir la mente hacía otros horizontes más allá de lo que tenemos cercano y no menospreciar nada por poco útil que nos parezca. Lo vital que resulta ser curioso y mantener nuestros ojos abiertos. La importancia de llenar nuestros cajones mentales y mantener viva la curiosidad para que a lo largo de nuestra trayectoria podamos abrirlos y hacer cosas como las que hizo el gran Steve Jobs.

sábado, 23 de noviembre de 2013

INSTANT / 27 /






Cuando el arte homenajea al arte, sólo podemos quedarnos absortos, despojados del ánimo ante tal grandeza. Cuando se trata de Lola Flores y Federico García Lorca sólo podemos dejar que las emociones hablen

Lola Flores transmitía como nadie. En su voz había emoción y nos atravesaba con sentimientos que se colocaban en el interior sacudiéndonos, sin dejarnos indiferentes. En su réquiem a Federico García Lorca, Lola recita los versos de Rafael de León, con los que nos atrapa, hipnotiza y hechiza. La cantaora es intención, significado y pasión en cada movimiento, en cada mirada y en cada gesto.
La actuación de la cantaora es como una liturgia. Un ritual en el que a través de la misma conseguimos despojarnos del dolor, la ira y la pena por la muerte del poeta. Cada zapateo, cada mirada, cada mano agarrando el mantón bruscamente y cada verso recitado desde las entrañas, nos habla. Las palabras quejías por Flores impactan en el pecho generándose un dolor que se aferra en el interior hasta que en un movimiento eléctrico de bata de cola y de chasquido de los dedos, expulsamos junto con el arte de la faraona, la rabia, el desconsuelo y la incomprensión del por qué nos apartaron tan pronto del poeta granadino. Un quejío que nos retumba en nuestro interior cuando nos recita apenadamente el “que se ha muerto la nata de la canela”.
Lola Flores era fuerza, temperamento y actitud. Una voz honda, que salía de los adentros. También, intencionalidad. Con su mirada y sus gestos llenos de significado, nos  explicaba todo lo que no nos podía explicar su cante. Y al llegar al verso final [“como gemía dentro de su esqueleto, la poesía”] se resquebraja nuestro interior ante un cúmulo de emociones. Es cuando entendemos que Lorca no escribía poesía, sino que era poesía, y que Lola no era artista, sino arte.
 

sábado, 16 de noviembre de 2013

INSTANT / 26 /

Hay una cierta tendencia, y manía, contemporánea a cualificar las cosas numéricamente. Lo que no lleva consigo mismo un número, pierde valor. Pero lo que más sorprende es cuando a las manifestaciones y creaciones culturales y artísticas se les atribuye una cifra numérica, o estrellitas en el caso de los más creativos. Sin embargo, entre los reticentes a esta forma de puntuar existe la pregunta: ¿En qué se basan para puntuar una obra cultural? ¿Qué valor esconde un uno, un tres o un cinco?  Más que argumentos, aparecen interrogantes, reflexiones en forma de preguntas: 
-          El desequilibro de la balanza de valores. ¿Debería valer lo mismo la última novela comercial valorada con el máximo de puntuación, que un clásico que sigue siendo vigente por su calidad literaria?
 
-          Siguiendo con la literatura ¿Qué significa que un libro sea puntuado con tres o cuatro estrellas? ¿A partir de las emociones compartidas? ¿Por el vocabulario extenso que ha utilizado? ¿Por cómo nos ha transmitido? Pero… ¿Y si a otro lector le ha transmitido más que a mí, nos encontramos ante una incongruencia valorativa, ponemos tres estrellitas o cuatro?
 
-          Y más literatura… El no entender eso de “ahora todos somos críticos literarios”. Todo el mundo debería poder aportar su opinión, pero, ¿numerando es la mejor fórmula? Es decir, supuestamente, todos somos aptos para poner esas estrellitas y atribuirle a todas las creaciones su correspondiente número (a gusto del consumidor). Pero, ¿En qué se basa cada lector para puntuar?

Ejemplificamos con la literatura, pero lo mismo sucede en el cine y en el arte, y así podríamos hacer una larga lista de todas aquellas disciplinas que se valoran numéricamente. Aunque, ahí no se encuentra el misterio. La dificultad se concentra en lograr comprender en qué se basan para asignar una suma u otra. Suponemos que detrás de todo este tumulto matemático se encontraran todas esas técnicas habidas y por haber de estrategias comerciales. Valoraciones sintetizadas. La valoración anónima que lleva a lectores a leer o no, contemplar o no o visionar o no, un libro, una obra de arte o una película. Es decir, un criterio que quien se rija por él, probablemente, verá muy acortado y, quizá, mal influenciado su abanico cultural. Pero lo que más preocupa es que si a ese conocimiento, reflexión, emoción de la que es portadora la cultura se le dejara de etiquetar numéricamente, ¿Se dejaría de apreciar? ¿Es necesario emborronar la cultura con técnicas de cualificación numérica? En cualquier caso, la cultura y todas las creaciones que la componen son mucho más complejas, llenas  y ricas en contenido que el resumen de un tres, un uno o un cinco.

 

jueves, 7 de noviembre de 2013

INSTANT / 25 /


Untitled ("Portrait of Ross in L.A.) (1991)

Una sala vacía. En el rincón, amontonados y envueltos en celofán de diferentes colores, reposan 79 kilos de caramelos. El dulce cuerpo de Ross Laycock. Coger. Desenvolver el caramelo. La sensación  de que se deshace poco a poco dentro de la boca dejando el sabor amargo de su marcha. Una acción que se repite. Una montaña de caramelos que mengua. Un cuerpo que se desvanece.
Asistimos a un retrato metafórico donde los caramelos simbolizan el cuerpo de Ross Laycock, pareja de Félix González Torres, que murió a causa de una enfermedad relacionada con el SIDA en 1991. El artista transforma el peso de Ross en algo tan dulce como un montón de caramelos, que van disminuyendo hasta desaparecer a medida que los espectadores entran y los cogen. Es la metáfora de un cuerpo debilitado por una enfermedad que poco a poco va deteriorándolo hasta dejar de existir.
En  una entrevista, el artista comentaba que durante una exposición en una de sus instalaciones había unos niños que al darse cuenta de que podían coger los caramelos libremente, comenzaron a llenarse los bolsillos. Justamente esa reacción es muy similar a la que produce el virus del SIDA. Un virus que golosamente se va apoderando del organismo del afectado, dejándolo débil. No obstante, el artista demuestra el amor que siente por él, representándolo como un amor dulce, un amor que se va, desaparece, pero un sentimiento que siempre permanecerá vivo en forma de arte.
 
Para los que quieran saber más:
 

miércoles, 30 de octubre de 2013

THINKERS / 1 / ROCÍO JIMÉNEZ

 
Desde pequeña se siente atraída por el ecosistema marino y todo lo que sucede en él. Si buceamos en el interior de Rocío Jiménez Ramos encontramos que sus pasiones, inquietudes y fascinaciones llevan consigo la idea del agua, el mar, el océano… Se trasladó a Cádiz donde se ha licenciado en Ciencias del Mar (2011) y Ciencias ambientales (2012). Posteriormente, realizó un máster en Oceanografía. Y ahora, trabaja día sí y día también en su tesis doctoral sobre la ecología de los ecosistemas formados por angiospermas marinas. Una bióloga marina que puede nadar perfectamente en distintos terrenos culturales, relacionando temas fascinantes, de manera singular. Hoy, Rocío Jímenez es la encargada de estrenar la sección “Thinkers”, trayéndonos una reflexión poética sobre el diseño de la vida.


La vida está en continuo movimiento. Gracias a esta realidad tan exacta la biología se convierte por un momento en el 8º arte, mezclando la pintura, escultura y arquitectura. Crea poesía para los ojos, danza para los sentidos y música para los cuerpos. Dirige la historia de la vida, sin rumbo conocido.
 
La forma y estructura de los cuerpos de la vida son moldeados hacia formas cada vez más perfectas, cada segundo en el tiempo, por un  escultor  sin adjetivos, pero temeroso, que jamás descansa: el continuo movimiento del fluido que nos rodea. Una de las mayores lecciones biológicas es saber que las fuerzas físicas afectan a todos los organismos por igual. Sin embargo, las consecuencias de estas leyes difieren dependiendo del hábitat en el que vivamos.  Aire, agua, viento, olas. Son pinceles de inspiración del movimiento, y hacen a la vida y a sus seres reos a su merced. 
 
Y el más poderoso y misterioso escultor, arquitecto de los cuerpos más extraños y sorprendentes jamás vistos. El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar!  Para él hay reproches cariñosos de un  marinero en tierra que ahogaba horas de soledad mirando cómo rompen las olas en la orilla. Esa rompiente no sólo es arquitecta de recuerdos y sueños hermosos, sino que es pintora de costas, ingeniera de la biología y música del mar. Poeta sonora. El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! Las fuerzas físicas que él ejerce sobre los organismos que alberga son tremendamente poderosas para definirlo como escultor de la evolución.
 
Evolución, cambio, progreso, selección… todo está enteramente abrazado por el principio de vida. Y éste es regido por el fluido que roce su estructura.  Desde el principio, ese comienzo del que todos somos esbozo, de la gran masa azul que nunca para, que jamás descansa. El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! 

SOBRE THINKERS



ThinkandInsist nació con la idea de hablar sobre cultura, arte y diseño desde otras ópticas y tratándolas con el concepto de interdisciplinariedad, entre otras cosas. Documentarnos, reciclarnos, innovar y traer – para compartir - a nuestra plataforma aquello que nos causa o nos suscita interés. Es por ello, que hemos decidido abrir una sección en la que poder mostrar el trabajo, talento, trayectoria o proyección de profesionales que nos rodean. A veces crearan y expondrán ellos. Otras, seremos nosotros los que hablemos de ellos. Pero en cualquier caso, presentaremos siempre está profesionalidad como nos caracteriza, en clave de ThinkandInsist.

domingo, 27 de octubre de 2013

INSTANT / 24 /

 
Finalizamos la serie de "Regreso a la infancia" con un post que recoge una reflexión propia y una selección de citas de la obra de El Principito, que nos llevan a replantearnos el mundo de los adultos.
 

sábado, 12 de octubre de 2013

INSTANT / 23 /


 
 
LA MEMORIA
El pasado deja vivencias que a lo largo de la vida nuestro inconsciente nos las devuelve en forma de recuerdo. Momentos que perduran en la mente pero de manera desdibujada en muchas ocasiones. Experiencias que nos encantaría rescatar e incluso revivir por lo que significaron en aquel entonces. Lo más curioso es que muchos recuerdos se encuentran encerrados o capturados en diferentes lugares, objetos o alimentos, y cuando accedemos a lo largo del tiempo a ellos es en el momento en el que comienzan a resurgir las sensaciones de aquella vez. Los sentidos protagonizan una gran labor en la recuperación de ese momento de felicidad, ya que éstos son evocados mediante la contemplación de una imagen de unas vacaciones, al oler las páginas de un libro, escuchando una canción o saboreando un dulce.  Justamente en el sabor, es donde Proust, en la obra En busca del tiempo perdido: por el camino de Swann, a partir de la degustación de una magdalena inicia un viaje retrospectivo hacia su infancia. Así, gracias a la evocación de los sentidos el presente no es el único estado posible de las cosas.
 
A continuación, seleccionamos un fragmento de la obra En busca del tiempo perdido: por el camino de Swann, Marcel Proust.
 
 "Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las miga del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. [...] Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tilo, los domingos por la mañana en Combray [...], cuando iba a darle los buenos días a su cuarto. Ver la magdalena no me había recordado nada, antes de que la probara; quizá porque, como había visto muchas, sin comerlas, en las pastelerías, su imagen se había separado de aquellos días de Combray para enlazarse a otros más recientes [...] Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo.
 
 

 

miércoles, 9 de octubre de 2013

INSTANT / 22 /



APRENDIZAJE Y JUEGO
Desde que somos pequeños jugamos, sin ser conscientes,  con las posibilidades que nos ofrecen los objetos, y de esta manera, un palo lo acabamos transformando en nuestra espada o una silla se convierte en la estructura de una cabaña dentro de nuestro mundo imaginario. Sin embargo, cuando crecemos, a los adultos se nos olvida que esta imaginación y libertad no es exclusiva de los niños. De hecho, nosotros, como adultos, podemos seguir jugando sintiéndonos como niños.
Para nuestra fortuna, los diseñadores Italianos a mediados del siglo pasado nos brindaron la posibilidad de volver a jugar. El diseño radical italiano justamente busca suscitar emoción y devolver a las personas su libertad a la hora de jugar a interpretar las cosas, por ello proponen diseños en los que el usuario puede inventar funciones, diseños en los que intervenimos dejando de ser un mero espectador. Muestra de algunos diseños de los que hablamos son Boalum y Tube Chair. 
 
Boalum (Imagen extraída de lamparasyluz)
 
BOALUM (L. Castiglioni (1969)). Enrollada, de pie o extendida a lo largo. Encima de la mesa del salón, colgada en la pared o enrollada encima de la alfombra. Una serpiente luminosa que nos permite jugar en cuanto a forma y lugar. Una lámpara nada común con forma cilíndrica y que puedes comprar a metros. 


Tube Chair (Imágenes extraídas de metmuseum)

TUBE CHAIR (Joe Colombo (1970)).  Unos asientos formados por tubos cilíndricos de plástico de varios tamaños recubiertos con espuma. Con ellos podemos jugar libremente, combinando su orden para adaptarlos a nuestra comodidad y al espacio.
 
En definitiva, una parte fundamental del aprendizaje de los niños se consigue jugando, vinculada de manera implícita la diversión. No obstante, a medida que crecemos el juego se ve relegado a un segundo plano, quedando en muchas ocasiones olvidado. Y así, dejando de lado aquella manera de explorar el mundo con la que adquirimos los primeros conocimientos en nuestro inicio de vida.

domingo, 6 de octubre de 2013

INSTANT / 21 /

 
 


Nina Sayers vive obsesionada con ser la reina cisne. Pero la belleza y sensibilidad del cisne blanco no son suficientes. Adoptar la personalidad del cisne negro, opuesta a ella, provoca que el personaje se acabe apoderando de ella

Observa su espalda numerosas veces al día. Imagina cicatrices creyendo que son causadas por la aparición de plumas de cisne. En los brotes alucinógenos se corta las uñas ansiosamente. Cuando le hablan delira creyendo que todo va contra ella. Vive poseída por sus atormentados pensamientos y de manera misteriosa nos embauca a nosotros su estado permanente de ansiedad, de respiraciones ahogadas y de miradas desenfocadas hacia todas y ninguna parte ante la sensación de que algo negativo puede ocurrir. Aceleramos el ritmo de inspiraciones. Expiramos el aire arrojándolo como una bocanada. Un aire que se pasea por el cuello perfectamente circular y compacto. Las manos sudan pero están heladas, contraemos el abdomen como si quisiéramos colocarnos un caparazón para proteger los órganos internos. Una luz se apaga de repente, una alucinación en el camerino, una caída en el escenario. Somos cisne blanco; somos delicadeza, ternura, y encanto. Sin embargo, no es lo suficiente para ser reina cisne, que posee también la personalidad de su contrario. En la búsqueda de aquello que no tenemos aparece el dolor, y consigo viene la parte más extrema de nosotros. Un mordisco en el labio. Un empujón. Tratamos de ser cisne negro, pero no tenemos picardía, sensualidad ni actitud impulsiva. La obsesión traza un recorrido vertical, de la mente a las piernas, que empiezan a fallar, creyendo que se transforman en las de un cisne, y no puedo dejar de imaginar si un día dejara de ser yo y amanecer cisne o escarabajo. ¡Ay! Si fuera Gregor Samsa. Si de la noche a la mañana cambiara de ser. Momento álgido de violines, emoción y caída. Se encienden las luces. ¿Y si mañana amanezco y soy él? Se apagan las luces.

jueves, 12 de septiembre de 2013

INSTANT / 20 /




Pintura i bastidor, Antoni Tàpies (1962)
Imagen extraída de Fundació Tàpies
 
 

Hay preguntas existencialistas que no tienen respuesta. Hay preguntas sobre el universo que no las llegaremos a responder. No obstante, los humanos tenemos esa capacidad de generar respuestas hipotéticas, premisas que suplen a modo de placebo algunas dudas universales, las cuales probablemente se alejaran muchísimas veces de la realidad y que difícilmente podremos confirmar. El arte también se encuentra lleno de cuestiones sin resolver, teniendo en cuenta que tan siquiera la intención del artista es hallarles respuesta, sino que generar debate y reflexión. Pero irremediablemente a los espectadores se nos vienen preguntas en torno a la interpretación de una obra, como las que nos formulamos cuando contemplamos Pintura i Bastidor de Antoni Tàpies. Un cuadro  donde el bastidor, el mismo soporte del lienzo, se descontextualiza convirtiéndose en el centro de la obra, transformándose la base de ésta en la misma obra en sí, donde nosotros observamos un bastidor como si fuera la primera vez que vemos uno. Una experiencia del espectador, más estética y emocional, en la que Tàpies nos invita a dejar fluir nuestra imaginación, y nosotros aceptamos y entramos en ese estado hipnótico para contemplar la obra.


Al principio intentamos hacer el viaje al inverso, de los bastidores vamos al lienzo, intentando encontrar alguna sombra, una mancha excesiva de pintura que haya traspasado el lienzo, algo explicito más allá de un bastidor, un trayecto visual en el que no encontramos ninguna respuesta. Es por ello que nuestra mente cambia de ruta y trata  de pensar, esta vez, de la manera más lógica y racional, si es que éstas son características propias de la naturaleza de una artista, preguntándonos qué puede haber pintado en ese cuadro expuesto del revés: un cuadro inacabado, una obra muy personal o tan solo el concepto de que un bastidor puede ser arte. Una fuente de sugerencias que provienen de la contemplación de ese bastidor, igual que los otros, pero que a diferencia sabemos que esconde algún significado más. Significados que se convierten en hipótesis formuladas fruto de nuestras infinitas preguntas e  imaginación. Porque hay preguntas que están fuera de la comprensión de la mente humana, que no tienen respuesta o simplemente no somos capaces de entender.
 

lunes, 9 de septiembre de 2013

INSTANT / 19 /





En la cocina lo fundamental son los alimentos, pero no exclusivamente. Son muchas las aportaciones que ha traído consigo la cocina de Ferràn Adrià. Uno de estos factores relevantes es la colaboración con otras disciplinas, en este caso hablamos del diseño industrial.  El Bulli juega con los recipientes e incorpora nuevas vajillas y utensilios que cambiarán la forma de comer cada plato, no es lo mismo presentar un líquido en un plato, un vaso o en una salsera, pues dependiendo de esto veremos al mismo como una sopa, un zumo o una salsa.  
El primer contacto entre cocina y diseño se produjo con una vajilla llamada “pequeñas locuras” (1997). Había estado pensada para los petit-fours, pequeños pastelitos dulces o salados típicos de la repostería francesa. La unión de la vajilla y el postre hacían que la receta estuviera completa, pues es una constante que encontraremos en esta cocina, donde algunos de sus platos no se entienden sin su recipiente. Con estas nuevas vajillas y utensilios también se pretende ir más allá de la estética del plato, planteando nuevas maneras de comer. Cuando Ferràn Adrià te presenta un ravioli en una cuchara, en realidad quiere que disfrutes de la magia de todo el plato entero en un solo bocado.
Vajilla "Pequeñas locuras" (2001)
Imagen extraída de rafamateostudio

No obstante, es en 2001 cuando literalmente se produce la incorporación del diseño industrial dentro de la cocina, con la incorporación del diseñador Luki Huber dentro de la plantilla de El Bulli durante un tiempo. El resultado de esa plantilla multidisciplinar produce muchas innovaciones, tanto a la hora de comer, como a la de elaborar.  A partir de ese momento nacen utensilios como la cuchara para oler aromas, dándose cuenta de que si olías una rama de romero mientras comías otro alimento, por ejemplo pollo, el plató sabía a pollo al romero. Otra aportación muy singular es la brocheta para salsa, se trata de una pipeta de laboratorio con salsa dentro y los trozos de comida pinchados por fuera, proponiendo otra manera de comer una brocheta. En cuanto a los utensilios, que permiten nuevas elaboraciones, como por ejemplo, una jeringuilla que permite crear un espagueti de gelatina de hasta dos metros. El hecho más importante es que a partir de ese momento las incorporaciones del diseño y otras disciplinas han sido un no parar dentro de la cocina de El Bulli.

Melón con jamón (1994)
Imagen extraída de Cocinar la mar de bien

Ravioli sférico de guisantes y ensalada de guisantes a la menta (2001)
Imagen extraída de texturascostarica


Pipeta de gamba en sashimi y su cabeza caramelizada (2001)
Imagen extraída de deidigital
 



En una era en la que nos encontramos en interdisciplinariedad observamos la importancia del contacto cercano entre distintos sectores, cuyas distintas metodologías abre nuevas vías que hacen más completa cada creación. El de la cocina y el diseño industrial es claro, la receta y la vajilla no van por separado, y como expresa Ferrán Adrià: “Nuestro sueño sería que cada receta tuviera su propio recipiente”.
Para los que quieran saber más:

Historia de El Bulli

Documental El Bulli, historia de un sueño

Reportaje, El País: "El diseño que cocina Ferràn Adrià"
 
 
 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

INSTANT / 18 /

 
 

Imagen y composición propia
 

Hace unos meses leyendo un prólogo de Frankenstein de Mary Shelley reflexioné en torno aquellos clásicos de la literatura, el cine o incluso de la pintura que se conocen por ser referentes en la cultura, pero sobre los que nunca la gente pone los cinco sentidos en ellos. Clásicos que pocos han leído, visto, o ni siquiera contemplado, a pesar de que su éxito les ha hecho popularizarse y ser conocidos por todo el mundo. Si pensamos en clásicos de la literatura como Orgullo y Prejuicio o Hamlet, probablemente un gran número de personas, con unos estudios elementales, lo reconocerán, pero serán muy pocos los que los habrán leído. El cine en el caso de Orgullo y Prejuicio o una cita existencialista extraída de cuajo de la novela de Shakespeare son los causantes de que estas dos obras de la literatura se conozcan. Lo mismo sucede en el cine, las películas obsesivas de Hitchock son reconocidas por casi todo el mundo, aunque solo los cinéfilos verdaderos son los que han visionado la película entera. ¿Quién a estas alturas no ha visto la escena de Psicosis? Y en pintura, la historia se repite. La Gioconda, o más conocida como Mona Lisa, el Guernica o La Venus de Botticelli son pinturas que todos han visto en forma de fotografía y creen haber visto la real.

Con esto observamos que los clásicos en la cultura se popularizan, aproximándose a la sociedad mediante diversos medios, normalmente los de masas, convirtiéndose en ocasiones en mitos que están inseridos en el saber de las personas de a pie, o lo que coloquialmente se ha denominado como “cultura general”. El hecho de acercar la cultura no tiene por qué ser negativo, la parte triste es cuando clásicos cargados de reflexión se quedan en la anécdota del título, la cita o la versión cinematografiada. O si no lean Frankenstein y verán cómo es algo más que un atípico monstruo.


domingo, 1 de septiembre de 2013

REGRESAMOS



Regresamos. Empezamos nuestras andadas culturales con ThinkandInsist hace cinco meses, y la evolución de nuestro blog nos ha hecho tomarnos unas semanas de reflexión y reestructuración para seguir adelante con novedades. Estrenamos secciones como la de “Thinkers” que estará compuesta por colaboradores especializados en diferentes disciplinas y que de alguna manera comparten la filosofía ThinkandInsist. Además, incorporamos “ThinkingThings”, una entrada más extensa donde se trabajará en torno a un concepto de manera multidisciplinar. Con estas introducciones y habiéndonos documentado y trabajado sobre nuevos temas y otras maneras de presentaros la cultura, el arte y el diseño, comenzamos una segunda etapa con muchas ganas. ¡Volvemos esta semana, estar atentos!

miércoles, 24 de julio de 2013

INSTANT / 17 /



Composición propia
 
Hay veces en que te sientas a leer un libro y te adentras en una película, como si te sumergieras en una pantalla cinematográfica. Te dejas llevar palabra tras palabra disfrutando de cada página cuyas líneas esconden nuevos fotogramas. Imágenes y escenas llenas de detalles que casi te permiten ver, oír y oler la historia contada. Esa experiencia la vivimos con Junot Díaz, en su opera prima, Los Boys. A lo largo de los diez relatos que forman el libro, los personajes describen sus historias y experiencias en primera persona. La voz que adopta el autor a la hora de narrar las historias hace que el lector pase a formar parte de la historia, observe sus espacios, oiga a los protagonistas, sea consciente del tiempo, como si una pantalla lo estuviera emitiendo en directo. Una voz en off que cuenta una historia; una narración que invita a crear imágenes inventadas creando una película personal y única.

Los diez relatos de Los Boys están ambientados en barrios marginales, suburbios de la ciudad y guetos de la República Dominicana, Nueva Jersey, en concreto, lugares donde los diferentes personajes protagonistas, siempre masculinos, están marcados por la pobreza, los trapicheos, la droga, afectados por la relaciones sentimentales y que en ocasiones provienen de familias patriarcales desestructuradas. El conjunto de los diez relatos nos permite vivir fílmicamente distintas situaciones, aunque si nos preguntamos por qué este libro nos invita a crear una película imaginaria y otros no, podemos decir que la clave se encuentra en su manera de narrar en primera persona y la forma en cómo se describe. En la manera de explicar las historias, aparece la óptica del periodista, aquellos detalles minúsculos que son propios de las personas que cuentan historias de la realidad. Detalles descritos a la perfección que aportan información para comprender y situarnos en el contexto del relato, un armario sucio, una pared desconchada… Diez relatos leídos que nos invitan a imaginar diez películas distintas.

jueves, 18 de julio de 2013

INSTANT / 16 /



 
Las nuevas generaciones que están naciendo coetáneamente a la aparición de las nuevas tecnologías, probablemente llevan adheridas en su genética los nuevos lenguajes desarrollados en la era de Internet. Muchos de ellos visuales, como los emoticonos. En las últimas décadas ha abundado la comunicación mediante mensajería instantánea o mail, dejando de lado en muchas ocasiones la comunicación no verbal. Esto ha permitido comunicarnos a larga distancia sin necesidad de compartir un espacio y un tiempo, hecho que hasta el momento sólo lo permitían las cartas. No obstante, la no co–presencia entre los interlocutores hace que el lenguaje no verbal se pierda por completo, que no haya una sonrisa, un guiño o la ironía. Por ese motivo, se han ido incorporando elementos de la comunicación del cara a cara, ante la necesidad de humanizar la comunicación escrita a través de Internet. Este es el caso de los emoticonos, expresiones faciales formadas a través de la tipografía que representan diferentes estados emocionales. Unos símbolos que a día de hoy van evolucionando y ya son considerados un código universal.  

En relación con los emoticonos, encontramos interesante el trabajo de Jessica Lyew-Ayee, una diseñadora e ilustradora estadounidense que ha creado un proyecto llamado “emoticons”. Este trabajo está formado por un conjunto de tarjetas que substituyen la expresión de la cara por elementos gráficos que muestran el mismo sentimiento (que se encuentran plasmados en cada una de las tarjetas). Un proyecto en el que vemos como la tipografía ha contribuido a humanizar el lenguaje escrito.
Imágenes extraídas de Nice Fucking Graphics


Para los que quieran saber más:
 

domingo, 7 de julio de 2013

INSTANT / 15 /

 
Imágenes y texto de creación propia
 
El título de esta entrada surgió de un comentario en una cena con profesionales de la educación en el que hablábamos del uso que se hacía de la música en la sociedad. Al visitar la exposición This is not a love song, en el Palau de la Virreina, nos vino de nuevo esta misma premisa (con música todo entra). En concreto, con la obra de Adel Abidin, Three love songs. Una obra audiovisual que se compone de tres videoclips, donde en cada uno de ellos aparece una cantante que responde a un arquetipo occidental, que nos recuerdan a Nancy Sinatra, Julie London y Christina Aguilera. Las tres artistas cantan una canción de apariencia romántica sin conocer el significado de lo que están interpretando, cuyo idioma desconocen. No obstante, bajo la dulce y sentimental melodía se esconde una letra terrorífica que glorifica un régimen totalitario. Una confluencia entre melodía y letra que nos deja entrever como la música penetra en nosotros bajo una dulce canción dejando de lado la comprensión.

 Tres fragmentos de la obra:







 

Para los que quieran saber más:

Adel Abidin

martes, 2 de julio de 2013

EXPOSICIONES / 3 / Ars Combinatoria - La Pedrera

 
Una nube presa en una jaula, unos picos de hierro que recuerdan a la espina de un pescado, un arco de libros que invita a pasar por debajo y adentrarse en su fotografía. Estas son algunas de las muchas imágenes de Chema Madoz que se encuentran actualmente en la exposición Ars Combinatoria en la Fundació Catalunya – La Pedrera. Madoz  convierte sus imágenes en poesía. Una poesía visual que invita al espectador a mantener un diálogo motivado por el juego que propone su obra, en el cual cada individuo es libre de sentir, reflexionar y extraer múltiples interpretaciones según su experiencia. Hasta el 28 de julio, hay tiempo para visitar una serie de fotografías que resumen la trayectoria de Madoz, un importante fotógrafo contemporáneo.

¿Qué os sugieren sus fotografías? En ThinkandInsist hemos pensado que la esencia del trabajo de Chema Madoz se encuentra dentro de sus diferentes lecturas y pretendemos plasmarla proponiendo nuestra propia interpretación sobre dos de sus fotografías.

 
 


Para saber más:

Chema Madoz
Entrevista de poesía digital a Chema Madoz
Exposición Ars Combinatoria

viernes, 28 de junio de 2013

INSTANT / 14 /


 
Imagen extraída de Designboom
 

Algunos lo llamarán letra, para otros será tipografía, pero Masashi Kawamura vio en ellas camisetas. Curiosamente, el creador tokiota encontró una conexión entre el cuerpo tipográfico y el humano, que en muchas ocasiones comparten términos similares como la altura, el cuerpo, el brazo… Y por ello no dudó en traducir la T en una serie de cinco camisetas. Cabe destacar que Kawamura se ha mantenido fiel a la forma original de cada tipografía, ya que las diferentes prendas están hechas a escala real en tamaño por puntos.

No es la primera vez que alguien toma como referente las letras para crear prendas de vestir, pero lo interesante de estas camisetas es que no sólo juegan con su forma sino también con la personalidad de cada una de las tipografías. Para aquellos que se dediquen al mundo del diseño esto no les sonará raro, lo habrán escuchado en más de una ocasión, que cada tipografía cuenta con su propia alma. En este caso la letra T ha sido la elegida, quizás por similitud con el cuerpo humano. La ropa que llevamos refleja nuestra personalidad y esta colección probablemente esté proponiéndonos ese juego.

A modo de reflexión final, destacamos la originalidad del concepto y como la moda al tomar formas fuera del cuerpo humano nos abre un nuevo campo de posibilidades. Del 2d al 3d, de la imagen al cuerpo.  

 
 
 
CREDITS:

Concept & design:
Masashi Kawamura

Production & design:
Itaru Yonenaga / No Control Air
(www.nocontrolair.com)

Models:
Heidi Hackemer(Baskerville)
Kana Kimura(Courier)
Maja Folgero(Helvetica)
Toshka Kroshka(Caslon)
Mandy Harris(Cooper)

Photograph:
Munetaka Tokuyama (www.munetakatokuyama.com)

Hair styling:
Takahide Tokuyama

Make up:
Chichi Saito (www.chichisaito.com)

Exhibition space:
Now Idea / Utrecht (www.utrecht.jp)


 Para más información visitad la página de Masashi Kawamura