lunes, 9 de septiembre de 2013

INSTANT / 19 /





En la cocina lo fundamental son los alimentos, pero no exclusivamente. Son muchas las aportaciones que ha traído consigo la cocina de Ferràn Adrià. Uno de estos factores relevantes es la colaboración con otras disciplinas, en este caso hablamos del diseño industrial.  El Bulli juega con los recipientes e incorpora nuevas vajillas y utensilios que cambiarán la forma de comer cada plato, no es lo mismo presentar un líquido en un plato, un vaso o en una salsera, pues dependiendo de esto veremos al mismo como una sopa, un zumo o una salsa.  
El primer contacto entre cocina y diseño se produjo con una vajilla llamada “pequeñas locuras” (1997). Había estado pensada para los petit-fours, pequeños pastelitos dulces o salados típicos de la repostería francesa. La unión de la vajilla y el postre hacían que la receta estuviera completa, pues es una constante que encontraremos en esta cocina, donde algunos de sus platos no se entienden sin su recipiente. Con estas nuevas vajillas y utensilios también se pretende ir más allá de la estética del plato, planteando nuevas maneras de comer. Cuando Ferràn Adrià te presenta un ravioli en una cuchara, en realidad quiere que disfrutes de la magia de todo el plato entero en un solo bocado.
Vajilla "Pequeñas locuras" (2001)
Imagen extraída de rafamateostudio

No obstante, es en 2001 cuando literalmente se produce la incorporación del diseño industrial dentro de la cocina, con la incorporación del diseñador Luki Huber dentro de la plantilla de El Bulli durante un tiempo. El resultado de esa plantilla multidisciplinar produce muchas innovaciones, tanto a la hora de comer, como a la de elaborar.  A partir de ese momento nacen utensilios como la cuchara para oler aromas, dándose cuenta de que si olías una rama de romero mientras comías otro alimento, por ejemplo pollo, el plató sabía a pollo al romero. Otra aportación muy singular es la brocheta para salsa, se trata de una pipeta de laboratorio con salsa dentro y los trozos de comida pinchados por fuera, proponiendo otra manera de comer una brocheta. En cuanto a los utensilios, que permiten nuevas elaboraciones, como por ejemplo, una jeringuilla que permite crear un espagueti de gelatina de hasta dos metros. El hecho más importante es que a partir de ese momento las incorporaciones del diseño y otras disciplinas han sido un no parar dentro de la cocina de El Bulli.

Melón con jamón (1994)
Imagen extraída de Cocinar la mar de bien

Ravioli sférico de guisantes y ensalada de guisantes a la menta (2001)
Imagen extraída de texturascostarica


Pipeta de gamba en sashimi y su cabeza caramelizada (2001)
Imagen extraída de deidigital
 



En una era en la que nos encontramos en interdisciplinariedad observamos la importancia del contacto cercano entre distintos sectores, cuyas distintas metodologías abre nuevas vías que hacen más completa cada creación. El de la cocina y el diseño industrial es claro, la receta y la vajilla no van por separado, y como expresa Ferrán Adrià: “Nuestro sueño sería que cada receta tuviera su propio recipiente”.
Para los que quieran saber más:

Historia de El Bulli

Documental El Bulli, historia de un sueño

Reportaje, El País: "El diseño que cocina Ferràn Adrià"
 
 
 

1 comentario:

  1. No sé qué pensar con esto de la "nueva cocina", y aún menos con estas nuevas "vajillas". Adrià será un genio (yo no lo sé porque me da que lo más importante de la comida sería que todo el mundo pudiera al menos comer, aunque solo fuera con platos hondos o planos), pero desde luego no he visto que haya puesto sus "obras" nunca muy accesibles, y mucho menos con precios razonables... Lo veo todo muy del mundo del diseño más que de la comida, y tremendamente elitista. Lo digo porque me suena paradójico el que cuando le preguntan por esta nueva moda o lo que sea de la cocina, siempre alega que es normal que sea así porque comemos todos los días... Es un terreno pantanoso si uno se para a pensar más allá de la faceta innovadora...

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