Desde pequeña se siente atraída por el ecosistema
marino y todo lo que sucede en él. Si buceamos en el interior de Rocío Jiménez Ramos encontramos que sus
pasiones, inquietudes y fascinaciones llevan consigo la idea del agua, el mar,
el océano… Se trasladó a Cádiz donde se ha licenciado en Ciencias del Mar (2011) y Ciencias
ambientales (2012). Posteriormente, realizó un máster en Oceanografía. Y
ahora, trabaja día sí y día también en su tesis doctoral sobre la ecología de los ecosistemas formados por angiospermas marinas. Una
bióloga marina que puede nadar perfectamente en distintos terrenos culturales,
relacionando temas fascinantes, de manera singular. Hoy, Rocío Jímenez es la
encargada de estrenar la sección “Thinkers”, trayéndonos una reflexión poética
sobre el diseño de la vida.
La vida está en continuo
movimiento. Gracias a esta realidad tan exacta la biología se convierte por un
momento en el 8º arte, mezclando la pintura, escultura y arquitectura. Crea
poesía para los ojos, danza para los sentidos y música para los cuerpos. Dirige
la historia de la vida, sin rumbo conocido.
La forma y estructura de
los cuerpos de la vida son moldeados hacia formas cada vez más perfectas, cada
segundo en el tiempo, por un escultor
sin adjetivos, pero temeroso, que jamás descansa: el continuo movimiento
del fluido que nos rodea. Una de las mayores lecciones biológicas es saber que
las fuerzas físicas afectan a todos los organismos por igual. Sin embargo, las
consecuencias de estas leyes difieren dependiendo del hábitat en el que
vivamos. Aire, agua, viento, olas. Son
pinceles de inspiración del movimiento, y hacen a la vida y a sus seres reos a
su merced.
Y el más poderoso y
misterioso escultor, arquitecto de los cuerpos más extraños y sorprendentes
jamás vistos. El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! Para él hay reproches cariñosos de un marinero en tierra que ahogaba horas de
soledad mirando cómo rompen las olas en la orilla. Esa rompiente no sólo es
arquitecta de recuerdos y sueños hermosos, sino que es pintora de costas,
ingeniera de la biología y música del mar. Poeta sonora. El mar. La mar. El
mar. ¡Sólo la mar! Las fuerzas físicas que él ejerce sobre los organismos que
alberga son tremendamente poderosas para definirlo como escultor de la evolución.
Evolución, cambio,
progreso, selección… todo está enteramente abrazado por el principio de vida. Y
éste es regido por el fluido que roce su estructura. Desde el principio, ese comienzo del que
todos somos esbozo, de la gran masa azul que nunca para, que jamás descansa. El
mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar!