martes, 16 de abril de 2013

INSTANT / 5 /


"No te puedo comprender, corazón loco. No te puedo comprender, ni ellas tampoco. Yo no me puedo explicar cómo las puedes amar tan tranquilamente. Yo no puedo comprender como se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco". Antonio Machín con su canción Corazón loco explicaba el amar a dos mujeres al mismo tiempo, una cuestión comprendida entonces por muy pocos. Del mismo modo, actualmente mucha gente no llega a comprender como se puede vivir en dos mundos a la vez y no estar loco. Y es que, las nuevas tecnologías de la comunicación nos han transportado a un nuevo mundo, el virtual. No obstante, nuestro nuevo hábitat no ha reemplazado el otro. Cohabitamos en dos espacios vitales a la misma vez. Hecho que hoy genera debate.

Como decía el cantante cubano: “Aquí va mi explicación”. Machín explicaba que “una es el amor sagrado, compañera de mi vida, esposa y madre a la vez y la otra es el amor prohibido complemento de mi alma y al que no renunciaré”. Esta estrofa nos traslada directamente al mundo que vivimos hoy. El primero es el mundo real (físico), tangible, el de la comunicación interpersonal del cara a cara, el “sagrado”, el que nos mantiene vivos. El otro es un mundo virtual, inmaterial, donde vivimos individualmente, pero a la vez mucho más acompañados, es un complemento de nuestra existencia, un espacio más donde habitar y al que parece que no vamos a renunciar. Lo cierto es que vivimos sumergidos en dos mundos a la vez. Vamos en el tren y “leyendo” las noticias en Twitter. Estamos en el salón de casa y a la vez estamos conectados en Facebook. Acudimos a un concierto y capturamos la experiencia en una fotografía en Instagram.

Parece ser, que a pesar de la introducción de este nuevo entorno habitable, nadie quiere deshacerse del mundo del que veníamos. Con la entrada de nuestra vida en esta nueva dimensión y la coexistencia con el mundo físico, probablemente, la sociedad se ha vuelto en una “sinrazón” o “corazón loco”, como Machín decía. Pero ahora ya pueden saber cómo se puede vivir en dos mundos a la vez y no estar loco. Y no estar loco.

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