martes, 2 de abril de 2013

INSTANT / 1 /

 






Big Mac
Imagen extraída de McDonald's
 

No es de extrañar que en la actualidad algo tan cotidiano como el fast food se pueda llegar a considerar un diseño en el sentido estricto de la palabra. Y más aún, si hablamos de un referente mundial, como el Big Mac, el bocadillo más popular de McDonald’s. Una receta compuesta por dos hamburguesas de vacuno, lechuga, cebolla, pepinillo, una loncha de queso fundido y una salsa especial. Su conjunto parece más bien una arquitectura culinaria, creando una armonía compositiva para nuestros cinco sentidos.

La conjugación de la hamburguesa, el logotipo y su packagin hacen un todo que forma parte del concepto de diseño. De hecho, el proceso de elaboración de este bocadillo está rigurosamente pensado, desde el cultivo de sus alimentos hasta su presentación. Todo ello se somete a un proceso de producción que nos recuerda a las cadenas en serie de las fábricas. Es tanta la perfección que el Big Mac es servido de manera idéntica en tres cientos mil restaurantes de más de cien países.

Curiosamente, esta idea nos traslada a la filosofía del Pop Art donde las obras se reproducían en serie, una repetición mecánica de algo de nuestro día a día que acaba por convertirse en un icono. El Big Mac refleja un estilo de vida, una época, una sociedad, los ideales de la globalización y el consumo. En definitiva, se ha conseguido dotar de diseño algo tan banal como una hamburguesa.



1 comentario:

  1. Interesante perspectiva. Con mi condición de homo economicus, siempre tiendo a analizar el porqué del éxito de este tipo de productos desde esta perspectiva. Para mí,comprar comida rápida es comprar el estilo de vida americano; comérmela por la calle es equipararme al ajetreado empleado cuyo empleo le hace sentirse totalmente realizado.
    Nunca me había planteado la estética de una hamburguesa, de los cafés de Starbucks o de las cápsulas Nespresso. Esto es en muchas ocasiones una explicación de su éxito comercial.

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