jueves, 30 de mayo de 2013

INSTANT / 11 /

Imagen y textos de creación propia
 
A lo largo de la historia se ha rivalizado y competido por crear la mayor muralla del mundo, el rascacielos más vertiginoso, el monumento más colosal. De hecho, el ser humano siempre ha intentado medirse por cuestiones de tamaño,  y esto ha llevado a menospreciar todo aquello que por sus dimensiones pueda caber en un bolsillo. Pero el mundo evoluciona y sus concepciones cambian.  Ahora, vivimos en la era de los microchips y la nanotecnología, de las diminutas creaciones con sofisticados circuitos,  junto al síndrome de un posible neo-nomadismo, en el que nuestra necesidad de viajar ha miniaturizado nuestro equipaje. Probablemente si lográramos preguntar a alguien de principios del siglo pasado nos diría que todos imaginaban un futuro formado por grandes máquinas.
 
¿Por qué infravaloramos todo aquello que es pequeño o simple?  Quien ose decir que un “clip” es poca cosa por el hecho de ser simple y pequeño seguramente se equivoque. A veces el problema es no saber apreciar el potencial creativo de un artefacto de medidas reducidas. Hemos de recordar que si los primeros homínidos que habitaron la tierra no hubieran contemplado la idea de crear la aguja, la civilización no sería lo que es ahora. Pero son pocos los que han reparado en pensar que esos pequeños artefactos cotidianos tienen más relevancia de la que en realidad creemos. Grandes inventos de dimensiones reducidas que han revolucionado nuestro día a día.
 



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