Imagen y textos de creación propia |
A lo largo de la historia se ha rivalizado y competido por
crear la mayor muralla del mundo, el rascacielos más vertiginoso, el monumento
más colosal. De hecho, el ser humano siempre ha intentado medirse por
cuestiones de tamaño, y esto ha llevado a
menospreciar todo aquello que por sus dimensiones pueda caber en un bolsillo. Pero
el mundo evoluciona y sus concepciones cambian.
Ahora, vivimos en la era de los microchips y la nanotecnología, de las diminutas
creaciones con sofisticados circuitos, junto
al síndrome de un posible neo-nomadismo, en el que nuestra necesidad de viajar ha
miniaturizado nuestro equipaje. Probablemente si lográramos preguntar a alguien
de principios del siglo pasado nos diría que todos imaginaban un futuro formado
por grandes máquinas.
¿Por qué infravaloramos todo aquello que es
pequeño o simple? Quien ose decir que un
“clip” es poca cosa por el hecho de ser simple y pequeño seguramente se
equivoque. A veces el problema es no saber apreciar el potencial creativo de un
artefacto de medidas reducidas. Hemos de recordar que si los primeros homínidos
que habitaron la tierra no hubieran contemplado la idea de crear la aguja, la
civilización no sería lo que es ahora. Pero son pocos los que han reparado en
pensar que esos pequeños artefactos cotidianos tienen más relevancia de la que
en realidad creemos. Grandes inventos de dimensiones reducidas que han
revolucionado nuestro día a día.